martes, 7 de junio de 2011

Buenos Aires: Pizza, Quilmes y un balcón en San Telmo

No fue fácil llegar hasta este momento. Antes de nuestro gran viaje a la capital trasandina pasé dos semanas encerrada estudiando para un examen del que ya no me acuerdo. Estaba tan cansada cuando llegamos que pasé nuestras primeras cinco horas en Buenos Aires desmayada durmiendo.
Cuando por fin desperté del trance mi pololo había recorrido los alrededores de nuestro hostal en San Telmo y encontrado las mejores pizzas a la piedra de sólo 10 pesos ($1.400). Estábamos en calle Chacabuco esquina Chile, justo al lado del Comité Socialista y a pocas cuadras de la Casa Rosada. El hostal nos salió unos seis mil pesos chilenos la habitación doble.

Buenos Aires es romántica, antigua y llena de cafés para recorrer. Pareciera que los argentinos aquí gozan de la buena vida y el tránsito relajado por sus calles añosas. Me sentí en en algún lugar de Europa, nunca he estado ahí pero eso fue lo que sentí. Sólo me arrepiento por no poder conocer una bailanta y carretear al estilo porteño.
Al día siguiente nos lanzamos a recorrer la ciudad... sin saber para dónde, empezamos a caminar en lo que parecía el centro. Pronto llegamos hasta la Plaza de Mayo y nuestro primer encuentro fue una protesta. Este lugar se transforma varias veces al año en lo que sería nuestra Plaza Baquedano. Reuniones para mostrar la disconformidad con el gobierno de turno, celebrar victorias deportivas y así un sin fin de otras manifestaciones populares. Para los que por ese entonces paseaban por el lugar no parecía molestarle los gritos y consignas de sus compatriotas... Para qué hablar de nosotros que a modo personal, las protestas me son familiares.

 Por lo demás las calles de Buenos Aires se dividen entre una maravillosa arquitectura, mucha gente, cafés, pizzerías y tango.  Donde exista un turista recorriendo una feria, una plaza o edificio conocido.... habrá una pareja bailando el tango. Con una muñeca, una pareja de ochenta años de edad, amateur o bailarines profesionales, en Argentina el tango se vive y es verdaderamente apasionante.

Y no se puede hablar de Buenos Aires sin mencionar a estos maravillosos ejemplares. La comida es lejos uno de los principales motivos por lo que volvería a este lugar. El famoso y reconocido Puerto Madero se confunde con el humear de pequeños puestos móviles que atraen por el olor a carne que chirrea en las parrillas. Como buenos amantes de todo lo que humee y se vea jugoso  nos fuimos en picada hasta estas Bondiolas con chimichurri. Hay choripanes, milanesas a caballo (una versión de "a lo pobre" para nosotros) y un sin fin de salsas picantes y con demasiado sabor. Imperdible!!

Porque como dijo Piazzola en su mítico tango: "La callecita de Buenos Aires tiene ese... qué sé yo. Viste?" Y no te lo puedes perder.